Saturday, March 24, 2012

Chill out, bro. Canciones pa' dejar la rochaera


Marzo ha sido frío y aburrido. Juanluís esta contemplativo ante su cumpleaños. En su tiempo libre busca pistas del paradero de su cepillo de dientes, el cual desapareció misteriosamente hace días. Aunque todo apunta a Tani, su hermanita menor; ha decidido no acusarla mientras sigue recopilando evidencia en su contra. Luke, por su parte, no deja de quejarse de la isla desde que volvió de New York. Cuando se cansa de criticar el transporte público y hablar de la criminalidad, se acuesta en el pupitre y se pone a hacer dibujitos en la parte de atrás de la libreta, aunque hace años que no estudia y no tiene idea de cómo llegó un pupitre a su cuarto. Mientras descifran las calamidades que a diario les aquejan, ofrecen esta lista downtemposa-tripjopiosa como té de camomila/incienso hecho audio, música pa chiliar, pichar y dejar que el verano llegue.

Juanluís:

Frou Frou - Let Go


Estaba como en tercer grado y en la escuela hicieron un gira a un sitio llamado El Parque Forestal. Por alguna razón, en ese momento, el nombre no me decía nada sobre el sitio y yo pensaba que la iba a pasar bien cabrón: con machinas, culumpios, McDonalds, piscinas y cuanta cosa divertida me pudiera imaginar. Pero tremenda sorpresa que me llevé al llegar al sitio. El Parque Forestal era nada más y nada menos que lo que decía su nombre, un parque forestal. Me roché bien cabrón pues yo era un nene citadino y los árboles me daban dolor de cabeza. Sin saber que hacer, me senté en un banquito, saqué un sandwich, un juguito de cajita y comia mientras veía lo que los demás niños hacían. Y todos corrían y la pasaban brutal. Yo dice, fucket y me uní a las actividades. La cosa es que junto a dos compañeros de la misma urbanización donde yo vivía, empezamos a joder a dos nenas del salón. No recuerdo bien cual era la jodeera, pero nos trepamos como a una montecito. Las nenas empezaron a tripiarme porque yo era gordo y ellas corrían más rápido que yo. Yo les dije que no era así y que podía llegar primero que ellas a donde estaban los otros nenes del grupo. Entonces decidimos hacer una competencia de nenas contra nenes. Las nenas corrieron escalera abajo. Tenían una ventaja brutal, yo no quería quedar como el gordo lento de la escuela, así que se me ocurrió una idea bien cabrona. Tirarme por el monte y llegar primero que ellas. Y así hicimos. Los otros nenes se tiraron, llegaron a la mitad, se asustaron y volvieron a subir, eso estaba lleno de espinas y ramas y era algo bien peligroso. Y yo, no entiendo todavía el porque, me tiré, no pude parar a mitad y lo seguí hasta abajo. Llego donde el grupo, ensangrentado, llorando y a punto de desmayarme. Se jodió la gira por mi culpa y me llevaron al hospital.

Portishead - Only you

Yo creo que una de mis cosas favoritas en el mundo es escuchar Portishead y buscar fotos de su cantante, Beth Gibbons esnúa. Pero por más que busco nunca he encontrado nada, tan siquiera una fotito en pantys. Y es bien raro el hecho de que yo esté buscando fotos de ella, así, sin ropa, porque a decir verdad, no soy del tipo de hombre que busca fotos de artistas esnúas. Aunque acepto y me declaro culpable, cada vez que me entero que hay un sextape de alguien famoso, lo busco pa’ rápido y se lo ofrezco a mis amistades. Nada, la cosa es que al menos una vez en semana, me meto a google y hago las siguiente busquedas: Beth Gibbons nude, Beth Gibbons tits, Beth Gibbons anal sex y nada. Y está cabrón, porque no es que ella esté buena ni nada nada por el estilo, no. Nada, simplemente quiero ver encontrar una foto de ella sin ropa, imprimirla y pegarla en la pared de mi cuarto y escuchar el disco Third.


Goldfrapp - Lovely Head

Las mañanas en Tokyo, siempre, o casi siempre, estaban acompañadas de Goldfrapp. Luke Warm y yo dormíamos en el mismo cuarto, y el primero que se levantara empezaba a hacer el café. Cuando estaba listo, nos lo tomábamos, íbamos al otro cuarto y ofrecíamos, aunque supiéramos que Samuel no tomaba café y Sergio solo aveces. Entonces nos comíamos alguna galletita, o algún bizcochito que el japones colombiano nos dejara en el cuarto. Salíamos los cuatro, y yo procuraba entrar a algún fastfood para robarme par de vasitos de crema pa' echarle a la mañana siguiente al café. Yo creo que en Japón no hay leche y por eso tienen los dientes tan jodíos. Nada, que así fueron todos los días por tres semanas. Desde entonces, ya no tomo café con Luke Warm, ni con Samuel y con Sergio, aveces, cuando llega de Atlanta y nos reunimos en La Tertulia. Quisiera tomar café con ellos todos los días, aunque Samuel se tome un chocolate caliente.


Morcheeba - Trigger Hippie

Está cabrón, pero mi primera novia, duramos par de años, pero nos dejamos, yo la dejé y se puso bien loca y me llamaba todas las noches llorando y llegaba a mi casa llorando y lloraba tanto que dejó de ir a la universidad y de ser funcional en la sociedad, así le dijeron en los hospitales, la cosa es que yo también empezé a llorar, no solo porque su llanto fuera contagioso, sino porque mis intenciones nunca fueron que llorara tanto, ni mucho menos que dejara de funcionar, y ahora que intento recordarla, no puedo, se me hace imposible. Esa crecida de corriente provocada por su llanto arrasó con su recuerdo.

Sigur Rós - Hoppípolla

Bueno, la cosa es que cumplo años ya mismo y estoy bien rochau. Es estúpido, pero me siento como si viviera en la época de los dinosaurios y yo fuera una especie de tiranosaurio robótico que llegó del futuro para exterminar a toda la vida jurásica. Pero el problema es que sé que voy a fallar en mi cometido y en vez de matar a los dinosaurios, solamente los dejaré maltrechos y adoloridos y con mucha sed de venganza. Y yo, que pierdo mis habilidades robóticas y me quedo estancao’ con los dinosaurios para siempre. Es difícil explicar este sentimiento, y más hoy que ha estado lloviendo todo el día. Es bien extraño. Pero, orita estaba acostao en el patio de atrás de la casa, como esperando el momento idóneo para explotar y acabar con todos, cuando Tani se me acerca y se me trepa en la barriga. Tani acaba de cumplir cuatro años y la semana pasá se pompió bien cabrón porque me corté el pelo, y ahora cada vez que me ve, me mira la cabeza para ver si aún no me ha crecido. Bueno, en ese momento, cuando la tengo encima de mi barriga, cuando la siento cerca, cuando su mano se apoya sobre la mía es que dejo de sentirme como el monstruo aquel que viajó al pasado para exterminar la vida. Comienzo a sentirme como un dinosaurio normal. No hay bomba alguna, no hay circuitos que me hagan viajar en el tiempo, solo soy yo, un dinosaurio grande siguiendo los pasos de la pequeña dinosauria llamada Tani. Un dinosaurio que no se suponía que llegara, pero que ahí está y me enseña como se comportan los verdaderos dinosaurios. Me enseña a correr por la grama, a hablar con las estrellas, a comer zombies y momias y a temerle a las criaturas que solo existen cuando cerramos los ojos. Y es ahí cuando rugo y su rugido se mezcla con el mío y los vecinos cavernícolas salen a ver cual es el alboroto, y siento que no tengo ninguna bomba adentro o que si la tengo, explotará el mundo el mil pedazos y me dará tiempo para rescatar a la pequeña dinosaurio de la extinción y luego, de la manera que ella quiera, convertirnos en cualquier otra cosa.

Luke Warm:

Bonobo - Recurring

Muchos años atrás en había un Big John frente al parking de Doña Fela. La hermana de uno de mis vecinos trabajaba allí y nos daba Icee y nachos con el five finger discount. Nosotros abusábamos. Empezamos siendo dos o tres y para cuando nos pararon el relajito, habían pasado meses y éramos una manada incalculable de almas sedientas y hambrientas que devoraban todo a su paso como plaga bíblica. Nosotros nunca lo vimos como que estábamos robando, pero aparentemente la policía y el gerente del establecimiento, no coincidían con nuestra visión. Para darles una noción de lo que pasó primero, entiendan la cantidad de gente que había allí defalcando el sitio. Aquel día, si mal no recuerdo estaban Badillo, Pirulo, Eduardo, Billy, Hector, Taka, Bambi, Bebo, Steve, Chino Peste, Sixto, Katy la hermana de Taka, Leo Puerta, Cristian, Omar y Glori los de la O’Donell, Tomás y Miguel y Donato, digo, esos eran los que conocía. No recuerdo cómo paso, pero allí estábamos tranquilos, sirviéndonos del buffet de la vida cuando entraron cuatro guardias con el gerente, fuego en sus ojos, pura maldá, un ejercito demoniaco que entraba a nuestro refugio dando fin a la década de los ochenta y de paso dando hachazos a niños a diestra y siniestra. Charlie y yo tendríamos seis y siete en aquel momento y se nos salió la caca pues pensábamos que nos iban a pegar escopetazos en el pecho allí mismo, asi que corrimos para las neveras, con la suerte de que no había hielo y nos metimos por la puerta de la nevera pa la parte del almacén de fríos a escondernos. Al principio con el miedo y la adrenalina el frío no se sentía, pero ya al rato estábamos temblando sin atrevernos a salir. Ese día en particular, la hermana del pana de nosotros no estaba. La cajera de turno era otra desalmada de esas que condenan el robo y la criminalidad y la escuchábamos gritando y señalando con sus uñas acrílicas a aquel coro de ángeles hambrientos y oprimidos por el capitalismo. Para cuando se fueron los guardias teníamos un dolor que no podíamos ni pensar, había pasado mas de media hora y nosotros en cortos de jugar basket y t-shirts súper finitas en aquella nevera en la que al día de hoy juramos con lágrimas en los ojos que íbamos a morir. Cuando se fueron decidimos correr, dijimos que si atrapaban a uno el otro seguiría hasta el edificio, le contaría al mundo lo que paso allí, viviría por los dos, súper dramáticos. Finalmente salimos corriendo, disparados por aquella puerta, las lágrimas hechas esquimalitos sobre los cachetes. No paramos de correr hasta llegar al edificio donde vivíamos y no volvimos al Big John hasta muchos años después. Para cuando volvimos, aquello no era lo mismo, el lugar estaba a punto de quebrar, los hot dogs disecados daban vueltas en los tubos del grill, los nachos momificados, el queso rancio, las risas ausentes. Los sobres de ketchup y relish tirados por todas partes ya no estaban, la maquina de refresco limpia, ni siquiera un poco de fruit punch en el suelo frente a ella, todo aquello solo un escombro con aire acondicionado y maquina de Loto, ni una pizca del glorioso templo de juventud que fue alguna vez. 

Moby - Porcelain

Mi pana Kike tenía, estoy casi seguro, el último Yugo funcional de este país y si no era el último, tenía el millaje mas alto de este lado del mundo y la lata mas jodía. En aquel entonces, él trabajaba en la Esso de Puerta de Tierra atendiendo el counter de comida y haciendo las pizzas. Como paso exactamente no sé, pero una noche me llama, como a las nueve, que si estaba ocupado, que si podía acompañarlo a llevar unas amigas. No sé por que acepto meterme en estas mierdas que huelen a pescau desde lejos, pero que sé yo estaba súper aburrido en casa jugando Tekken y dije fucket, vamo allá. Me cambio, salgo y el pasa a recogerme. Las muchachas no están en el carro, que “hay que ir a buscarlas a Country Club” y yo desde ya como que, este cabrón truquero. Llegamos a la casa de las muchachas, un montón de futuros presidiarios al frente. Kike se bajó, saludó a uno, entró a la casa y sale con unos paquetes y atrás de él veo a la primera de las gatitas, que en realidad era una pantera y pesaba el doble que yo y mas atrás otra cerrando el portón que era el doble de la primera, con callosidades en la nariz de tanto problema respiratorio que tenía, not hatin’ just sayin’. Pa no aburrirlos, tuvimos que hacer un cojón de paradas, apretaus pero a punto de asfixia, que si en San José, Quintana, Laguna Gardens, Villas de Quesedonde y Uatdefoc Hills, sin joder, un fukin gran turismo por el área metro. Siendo ya casi las dos de la mañana, con las ghetto guerlas aquellas berreando y hablando mierda en el carro, veo que el muy cabrón se trepa en el expreso de Plaza como en dirección para Caguas y le pregunto “Kike cabrón, ¿pa donde vamos?” Suerte que lo hice, el muy hijo de puta, con cara’e lechuga dice “Te dije… a casa de la mama de ellas, en Yauco-auco-auco-au-au” y todavía haciendo eco el nombre maldito de ese pueblo me movilicé y activé el survival mode. No sé como lo hice tan rápido pero llamé a un pana que tocaba en una barra de la Winston Churchill, le dije que me iban a dejar allí pa seguirlo con ellos. Le digo a Kike que me deje en la Winston Churchill que era ya la próxima salida, él, bien mamabicho, me dejó en la luz súper lejos, como castigo, pero chillin, caminé, llegué como en cinco y de hecho súper bien que la pasé. Al otro día llamo a ese cabrón pa ver si sigue agitau, eran como a las cuatro de la tarde y me dice que estaba volviendo de Cayey… y yo como que ¿defoc? y me dice “loco ando en grúa” que el carro le cogió fuego y se jodió, que las gordas le mataron el Yugo, aquel carro que corrió la isla mil veces, que fue a Culebra, como a mil Justas, cuanto party hacían en Boquerón y al final se suicidó antes del Monumento al Jíbaro, al no poder bregar con el peso y parcelaría de aquellos sendos culos. Lo mas cabrón es que esa misma tarde después que hablamos llega el muy hijo de puta con el carro pal Viejo San Juan y lo estaciona con to y bonete quemau frente a la casa y allí estuvo el muy cabrón carro como seis años, tiempo en que se convirtió su parabrisas en ataud de flyers, el asiento de atrás un hospitalillo y de los focos rotos hasta helechos crecieron. Siempre que pasaba por la calle Cruz y veía el carro me daba un dolor cabrón ver al Yugo hecho mierda, destrozado por el cuarteto de nalgas mata carro, está cabrón, nadie merece morir asi. Yuguito, te llevo siempre hermanito, fuiste una bestia, merecías un final mejor.

Zero 7 - In the waiting line

Hace poco me enteré de algo muy triste que compartiré con ustedes. En días recientes, los Estudios Universal de la ciudad de Orlando en la Florida han decidido cerrar la tan bien querida atracción de Jaws, el tiburón. El tan temido y siempre divertido recorrido marítimo por la recreada comunidad de Amity llegó a su fin muy a pesar de los reclamos de un público que amaba visitar la atracción por la noche en avanzado estado de embriaguez. La decisión llega en momentos difíciles en un país abatido por un creciente desinterés por los tiburones, donde las ventas de collares de diente de tiburón están en su peor momento. Incluso, la carne del tan preciado pez ha sufrido depreciación ante la creciente demanda por el pincho de marlin. Sin lugar a dudas no es el mejor momento para el tan formidable escualo quién pareciera no gozar de la popular recepción cinematográfica y televisiva que tuvo en las décadas de los setenta y ochenta. En la actualidad, el foco se ha reducido a un evento anual muy limitado conocido como la Semana del Tiburón en que la cadena Discovery Channel ofrece programación temáticamente seleccionada sobre el querido carnívoro por el escaso espacio de una semana. Fuera de eso no ha tenido suerte en el cine y solo en versiones adulteradas y transgénicas se ha hecho paso en películas de bajo presupuesto como Mega Shark vs Giant Octopus y Sharktopus. ¿Qué depara el futuro para nuestro querido amigo y su temida aleta dorsal? Quién sabe. Esperemos que pronto retorne a su sitial de antaño, a los días del amigable Mandibulín, la gloria del Jaws de Spielberg, ese formidable enemigo que devoró a Samuel Jackson en Deep Blue Sea. Pon tu granito de arena antes de que sea muy tarde, no lo dejes caer boricua.

Sneaker Pimps - 6 Underground

Esta historia de hecho tiene que ver con la canción, praise the lord. Sou, hubo un momento en mi vida, breve y que no entiendo muy bien, en que había salido en el cine Austin Powers y tras verla decidí automáticamente que había nacido en la época incorrecta, que era un peace loving flower child que llegó al mundo con delay. Asi que para rectificar escuchaba solo música que precediera a mi nacimiento, mucha mierda sicodélica y con órgano como Strawberry Alarm Clock, Jefferson Airplane, same old, básicamente cualquier cosa que se escuchara parecida y que hubiese estado mencionada en el soundtrack de la película. Me recorté y me hice un shaggy bien raro que solo se vio bien cuando me peinaron antes de salir de la barbería y hasta dos bloques antes de casa, luego parecía un Cristobal Colón gordo con la pollina de John Connor en Terminator 2. Me compré además unas gafas redondas de lentes violeta que aparentemente captaron la atención de mi vecino Frankie. Él había estado en combate y luego fue como que activista y por alguna razón me contaba historias de la guerra y de cuando vivió en Texas y Boston en los setenta y yo me sentía como en casa, recordando los buenos tiempos que no viví. La cosa es que el era un tipo bien aliens-lava lamps-weed y su esposa, compañera de vida o no sé que también. Ella era mas joven, él tendría como casi sesenta y ella treintialgo. Ella era cool, quirky cute, decía que yo tenía “alma de viejo” y estaba súper entusiasmada con mi entusiasmo ya que ambos éramos entusiastas de las cosas viejas y a ella eso la entusiasmó y decidió hacer su misión de vida instruirme regalándome música, revistas y ropa que encontraba en sus viajes al Salvation Army de Puerta de Tierra. En general eran cosas con peste a closet, que tras agradecérselas ponía directo en el rincón mas recóndito y olvidado de mi cuarto y que nunca escuchaba, ojeaba o me ponía, pues, porque no, ni pal carajo me iba a poner unos fukin bell-bottoms y una camisa anaranjada, no era pa tanto. Ella y Frankie se dejaron y aunque el sentido de responsabilidad la trajo por casa unas veces mas en los próximos meses, eventualmente dejó de regalarme cosas y de visitar a Frankie. Tiempo después, limpiando el closet me dio con escuchar cd’s de los que me había regalado a ver si había algo bueno y encontré un soundtrack de la película de The Saint que tenía esta canción. Pa que tu veas, una parte integral de mis gustos comenzó con ser un wanabí apático e hipócrita.


Tortoise - It's all around you

Era mil novecientos noventa y ocho, lo digo en vez de poner los cuatro números pa’ que pese un poquito más. Estaba fresquito en la high school, noveno y andaba con Rafiki el Imparable, una de las grandes celebridades del jangueo caribeño, sin saberlo, en una fiesta que resultó ser de los party-crasheos más legendarios y extraños de los últimos siglos. ¿Cómo llegamos? ¿Quién nos invitó? Ni puta idea. Rafiki el Imparable es, pues, imparable y nos metió en un party de cumpleaños de unos chamaquitos mayores que nosotros que estudiaban en Rosa-Bell. El setting: casa bichota en Garden Hills, en los platos desde Miami, DJ Nosequien Carajo, era dique conocido. En el party: gente fumando pasto, normal. Gente dándole al vengamás, normalón. Chamacas enpastillás mamando bicho en plena sala, gozaera. Gente chichando y tipos fumando crack, papi chillea, cosa de todos los días. De momento, haciéndonos paso entre el crowd llegamos a otra sala, que desde entonces pertenece al Twilight Zone. “Ay ya” dirán, el más pendejo, el más impresionable. ¿Segurola? Mis hermanastros, frente a nosotros habían luces rojas y strobe light, un montón de fruta desparramada y rota por todas partes, piso, paredes, muebles, estoy hablando de piñas, melones, uvas, manzanas, un maldito coctel de frutas del infierno y en el medio de aquel Vietnam intermitente de las ensaladas este tipo, de cómo treinta años, esnú, con gafas, en el mismo medio de esa sala, enganchau metiéndoselo a una perra, no metafóricamente, no una perra de que si era una puta, no, perra as in, animal que ladra con cola, una fukin Labrador. Creo que el hecho de que hubiese fruta por todas partes y nadie mas en el cuarto y la luz hipnótica aquella y la escena de él y la perra me hizo sentir como si alguien me estuviese restregando el cerebro con Ajax y brillo, mas allá de no poder creerlo era que no entendía un carajo, no sabía si reírme, asquearme o que puñeta. Cuando miro al lado mío está Rafiki el Imparable como bailando de hombros, con un maldito coco en la mano bebiendo de él, con sorbeto y me mira y me lo ofrece. Agarré el coco, que era noventa por ciento whisky, me viré y seguí caminando de vuelta al party, sin saber cuanto tiempo estuve mirando aquello, si segundos o siglos o que carajo, como fuera estaba listo para dejar todo aquello atrás. El party siguió con su tema hawaiano apocalíptico y como a las dos horas estaba el tipo ahora con pantalón y sin camisa paseando por la casa y la perra en el patio y una muchacha acariciándola y ya para entonces estaba yo tan borracho que no sabía si me lo había imaginado o que carajo. Hasta me pregunté si me habían echado algo en el coco, si estaba alucinando. Volví hasta el cuarto y estaba todavía la fruta por todas partes y la luz insoportable aquella flasheando y ahora gente alli fumando y grajeándose y que se yo. Fue una noche bien intensa, mas pa’ un nene que estaba en noveno, empezando a vivir etcétera. Hay cosas que uno no debiera ver, que se yo, call me a prude, pero aquella imagen me atormentó toda la high y no vi nada más shocking hasta ya metió en universidad. Se lo contaba a amistades y la gente se me reía en la cara como que “mire embustero” y al día de hoy, a veces pienso que no sucedió, me he convencido de que lo aluciné de alguna manera, que se yo, hormonas mezcladas con el humo de todas aquellas drogas y bellaqueras en el aire y siempre que llega la Procesión de Semana Santa y veo a Rafiki el Imparable hacemos el cuento de “Labrafucker” y a mi me parece una película y si ahora lo escribo es por que puede que exista un tercer testigo, alguien que lea esto y diga ”Yo estuve allí puñeta, no están locos brous, no están locos.”









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