Juanluís y Orlando andan a pie. En sus cargadas agendas siempre hay algo apremiante que hacer, así que deciden utilizar el sistema de transporte público, o mejor dicho, coger guagua. Una vez montados, Juanluís empuja sutilmente a una viejita y consigue ocupar el único asiento disponible. Se sientan y justo cuando la guagua va a arrancar, se escucha afuera una voz familiar que grita: “Espera boh!”. Al cabo de unos segundos, entra sudado y desorientado su amigo Carlos Irizarry, que mira a ambos lados en busca de un asiento, y al reconocer las caras familiares de sus amigos de Bayamón, pone cara de niño hambriento. Juanluís y Orlando se miran.
O: ¿Qué tu crees?
JL: No se, yo soy gordo. ¿Qué tu crees?
O: Échate pal lao.
Así, Juanluís y Orlando le hacen un espacio a Carlos, que se sienta a media nalga pero a todo corazón.
Juanluis se atreve a decir:
Lord, Help the poor and needy/ Cat Power - Transportarse aquí es horrible. No importa si es la pisicorre, la ama,la que te lleva pa' otro pueblo, el tren, la lancha de Cataño o la de culebra, el trolly de san juan, un taxi, la guagua escolar, no importa, sea lo que sea que quieras coger, tienes que esperar con cojones. Si la espera fuera una moderada, pues chévere, la esperaría con mucho gusto. Pero no. Esperar algún tipo de transporte público en este país es horrible. Una de las experiencias más espantosas que ser humano alguno pudiera experimentar. Recuerdo para allá para el 2003, acababa de entrar a la universidad, el tren urbano aún no existía y la única manera de ir de Bayamón a Río Piedras era en la maldita AMA ruta A52. De pensarlo se me salen las lágrimas. En más de una ocasión pensé en dejar los estudios con tal de no tener que interactuar con aquella maquina diabólica. Llevé a mi madre a servicios sociales por someterme a tal tortura, pero los funcionarios de allí me dijeron mangasón, ya tu tienes 18 años. Así que tuve que chuparme esa tortura día tras días hasta que un muchacho que vivía tres calles más arriba de la mía empezó a darme pon. Después llegó el tren.
Porque la espera aveces es interminable, y el desespero es tal que lo mejor es pedir ayuda.
El Niagara en bicicleta/ Juan Luis Guerra – Esta canción muy bien podría representar la experiencia de escuchar lo que la gente habla dentro de una guagua pública. Yo, casi siempre, me pongo el ipod o me pongo a leer un libro a propósito para no escuchar lo que la gente habla. Sin embargo, y lo confieso, hay veces que gusto de escucharlos.
El Blú del Ping Pong/ Rita Indiana y los Misterios – Porque la espera es aburrida y el camino aún más. Una canción divertida que dan ganas de bailar.
Extraordinary Machine/ Fiona Apple- Una maquina extraordinaria en un sistema de transportación público como el que tenemos, no sirve de nada. Sin embargo, la canción nos transporta a un lugar agradable y si cerramos los ojos, la espera se hace menos incómoda.
Mercedez Benz/ Janis Joplin – Oh dios, salvanos de tener que tomar la guagua.
Carlos se atreve a decir:
Hay días extraños en la guagua. Hay veces que el cansancio, la gente apiñada, el tráfico y la hora hacen que la ruta sea eterna. Sentir esa experiencia claustrofóbica por una hora de viaje es un martirio. Uno comienza a pensar en su casa, su familia, su novia, pero lo terrible del caso es cuando comienzas a cuestionarte cuanto tiempo falta para volverlos a ver. Sentirse atrapado en una guagua, en un tapón, con gente indeseable que de una manera u otra te recuerdan la incomoda realidad en la que te encuentras. Por eso propongo esta canción. Además, da ganas de bailar y ayuda un poco con la situación. ; )
Ok. Estas sentado en la última linea y esperas que la guagua se llene un poco mas para que arranque. Estas escuchando Rubber Soul, el disco en que Los Beatles se volvieron "Los Beatles" (abundamos en otro post), y notas que se monta un viejo vestido con una guayabera azul mientras se seca el sudor de la cabeza con un paño blanco. Es el mismo viejo que todas las mañanas toma la guagua a la misma hora que tu y, aumentando la curiosidad, usualmente toman el mismo pasaje de regreso. Ese viejo que vive solo, esta jubilado, no bebe ni fuma, le dejó de importar la politica y aventura a través del tiempo y el espacio en completa soledad, y está 'chillin' con eso. Todas las mañanas se acicala para nadie y toma el pasaje (así le decimos a la guagua pública en Caguas) para Río Piedras sin intenciones de encontrarse a alguien en especifico. Un hombre de ningún lado, de nadie, que se sienta en la plaza del mercado de Río Piedras por horas a coger fresco y a hablar con el que se le cruze. De repente quieres ser como él. ¡Y que se joda to'! A veces se siente atractiva la idea de no ser de ningún sitio, de ser un 'Nowhere Man'. Isn't he a bit like you and me?
Hay días que te levantas contento y con energía para arrancar a coger la guagua. Cuando llegas al terminal te compras un taco de pollo y una colita champagne (desayuno de campeones). Te montas en la guagua y te encuentras con un montón de gente indeseable pero eso no te molesta. Te pones el cd player y lo pinchas en tu falda con el bulto para que no brinque. Sacas tu gameboy y te pones a jugar Pokemón Red, por eso de atraparlos todos, y le estas metiendo tanto al juego que te sientes invencible. Llegas a la escuela... nah sobrevives el dia. Tranquilo. Chillin. A fuego. Tienes una jevita que vive al otro lado de Caguas y coges pasaje para visitarla. La ves, le das par de besos, janguean un rato y vuelves en la última guagua. De camino de vuelta, vuelves a meterle al juego y completas el quest del pokédex. Te sientes como un triunfador y entonces te das cuenta que está sonando esta canción. Sientes que es el soundtrack de tu día. Apagas el gameboy, subes el volumen y te disfrutas cada segundo del camino a casa.
Me encanta la analogía del amor como un viaje. Cuando oigo esta canción me identifico con el pasajero en trance que tiene la oportunidad de abandonarlo todo en busca de amor, pasión o whatever. Me gusta sentir que soy yo tomando el autobus del aeropuerto de La Guardia al corazón de Manhattan a encontrarme con mi nena. Pero eso soy yo. Ver los rascacielos. Sentir el frío. Observar la gente. A la ves contar las cuadras, las calles, parques, tiendas, paradas, semáforos y hasta pasos pa' verla.
Como dije anteriormente, cada vez que se toma la guagua es una experiencia completamente diferente dependiendo de la hora y el estadode ánimo. Hay veces en que uno sufre la inevitable condena de tomar una clase a las 7 de la mañana sin tener carro, y de manera forzosa se levanta todas las mañanas necesarias a las 5:30 para tomar la primera guagua (que en mi caso era de Caguas a Río Piedras). Habían mañanas que estaba llena de estudiantes, viejos, gente fea y quizás, con suerte, una que otra 'honey'. Pero hay mañanas mágicas. La guagua casi vacía, el reflejo del sol en las gotas de agua en las ventanas, el color anaranjado de los rayos del sol versus el azul claro del ambiente, el frio de la mañana y el pintoresco paisaje empañado por una neblina complaciente. En esas mañanas bellas uno pone esta canción y junto a Wayne se da la oportunidad de esbozar la percepción de emociones a través del viaje. Envolverse en el bajo y precisamente, encontrarse en un trance, en un recorrido perfecto.
Orlando se atreve a decir:
La experiencia de coger guagua es siempre memorable. La cantidad de personalidades que se aglomeran en un espacio tan pequeño y sin posibilidad de escape proveen la receta instantánea para el desastre. Siempre hay una bomba de tiempo figurada que nada tiene que ver con ir a más de 50 mph. Montarte a la guagua cantando “queríamos salir y queríamos entrar y no se podía ni respirar, esta vez lo dijiste por mi, nadie sale vivo de aquí” tiene un efecto similar a la unción de los enfermos antes de morirte. Es decir, no sirve de mucho, pero te conviene creer que sí. Muy en especial quiero dedicar esta canción a las madres solteras con mas de 3 hijos que se montan en las guaguas buscando la próxima víctima que denunciar en ASUME. Para ellas, Calamaro canta: “Ella colecciona hombre así, lo supe desde que vino por mi. Me vi clavado en una cruz y dije, nadie sale vivo de aquí (pero igual me metí)”.
Te montas en la guagua tranquilo, pensando que no le vas a hablar a nadie pero sin negarte a la posibilidad de hacerlo. Después de todo, no quieres ser el típico cabrón de nuestra generación con un iPod y cara de amargao durante todo el camino. Si tomar guagua es la que hay, quieres sacarle provecho a la experiencia. Se te sienta este tipo al lao, te sonríe cortésmente y tu le respondes, ¿por qué no? De momento te empieza a hablar de de donde viene o a donde va. Te pregunta una que otra cosa para ganar tu confianza y una vez la tiene, te jodiste. Te va a contar su vida entera, sus problemas amorosos, lo difícil que está la cosa y sus soluciones para los problemas del mundo. Esto es lo que pasa si tienes suerte. Por el contrario, si estás en un día malo, el mismo tipo va a ser un embustero de sieteparecojones y te va a contar a) sus increíbles hazañas, o b) las increíbles hazañas de algún conocido, tu sabes, su primo “que conoce a Michael Jordan y es actor, que respira bajo el agua y es pintor, que es sociólogo y piloto de avión, que maneja de reversa, que es poeta y escultor.” Para todos los primos Valdemiro, aquí les va, queridos.
Ok, la idea es una pisicorre party bus en un vídeo musical noventoso en fast forward. Imagínense estar en una guagua cuando de momento suena esta canción y todos los dones, doñas, niños, jóvenes, inmigrantes y demás sueltan sus pertenencias y se paran a bailar como dementes. En cada parada entra más gente e inmediatamente caen en sintonía con los demás. Una señora grita, “basta ya de interrogar!” y se desata una revolución… algo así.
Hablando de los mineros…
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