Esta noche hay una fiesta de Halloween de esas en Santurce. Con todo lo que esta pasando no se si debamos ir, además de que no nos gusta disfrazarnos y hay que pagar. Pa colmo es en un sitio que usualmente hace calor y con disfraz esto puede resultar desastroso. Mientras decidimos aquí esta la segunda parte. Seis canciones mas mientras tratamos de atar cabos.
Mi pana Héctor vivía con su abuela en la Calle Luna esquina con no me acuerdo, Calle Cruz creo, que carajo importa, nada, que empezamos a ser malos allí, en su casa, metidos seis o siete nenes en aquel cuarto. La casa, el cuarto son importantes porque allí tuvo origen toda posterior desgracia, mas que nada gracias a que el cuarto tenía balcón en un quinto piso y que su abuela dormía profundo debido a sus medicamentos. Nunca antes nos habíamos instruido en la maldá, menos en esa a lo Lord of the Flies, esa que promueven el ocio y la falta de supervisión. Comenzamos por quedarnos a dormir y rápido desplazamos las inocentes reuniones por excusa para confabular. Éramos todos chamaquitos, el mayor era yo y recién estrenaba los doce. Por nombre y apellido nos conocía el vecindario: de puta, hijos de, en serio, chorro de nenes malos. No que éramos traviesos, no eran maldades, aquello eran actos de pura maldad. Era una mentalidad de manada, de plaga. Solos éramos todos unos pendejos buenos, amables, cruzadores de viejitas, cariñositos, pero una vez juntos un fukin Voltron satánico del cual, ahora no muy orgulloso, admito haber sido muchas veces el cabecilla. En casa de Héctor planeábamos y entonces salíamos, todo el fin de semana, haciendo cosas super fucked up, esto antes de Fight Club, no me quiero imaginar. Íbamos por San Juan, pitándole y gritándole bellaquerías a nenas que, si hubiesen hecho caso, no hubiéramos sabido que hacerles, ni con que. Pasábamos noche y madrugada destruyendo propiedad pública, virando zafacones, robándole cigarrillos a cualquier cajetilla mal parquiá, en general siendo unos pendejos. La evolución de la maldad fue rápida y constante, de escandalosos pasamos a tocar puertas, tocar timbres, mear las puertas de las casas, untarle mierda a los candados, de ahí a vandalismo, de ahí a destrucción, entonces pasó a agresión, ligera pero igual, tirarle huevos a la gente, a los carros, andar con resorteras y piedritas en los bolsillos, hostigar a los chamaquitos de chavos que vivían en la Sanse, en fin. Para entonces gustábamos de asechar víctimas, puro perfil de asesinos en serie, en serio éramos horribles, íbamos por el Morro a oscuras a velar para tirarles bombas de agua a parejitas. De seguro si eras como que un horny teen para allá mid o late nineties y alguna vez corriste a un chorro de cabroncitos que te jodieron un polvo cayéndote a huevasos o empapándote fuimos nosotros, holla!!! Duró muchos años hasta que el algarete se reflejó en las notas y mas en la actitud y la hora de llegada y estabamos el que mas en grado diez o once y súper algarete y llegando con la peste que uno trae en la ropa y que se cree tapan el chicle y el perfume y para hacer el cuento largo corto la supervisión se volvió, no estricta pero minuciosa. Al menos conmigo la jerarquía de maldá se interrumpió, pero los muchachos siguieron, y siguieron, y ahora a Héctor le echaron pal de años por ley de armas y Miguel pasó a hacer no se que hasta que lo mataron, y Colo y Robert pasaron de panas en el barrio, a rebuleros a abusadores a buscones en discotecas, a sicarios en carro tintiau, a Colo muerto y Robert preso con perpetua que es casi lo mismo y no solo ellos, pudiera llenar tres listas con los otros pero en fin. Suena estúpido, pero a veces digo que tal vez fue mi culpa, aunque no hay cosa mas barata que la culpa y mas que eso trato de recordarme si hubo antes de la casa de Héctor un momento en que fuéramos del todo buenos o si fue algo innato y que al juntarnos sucedió y recuerdo que una vez leí que cuando la leña y las hojas y eso se acumula en los bosques los mismos químicos comienzan el incendio y tal vez fue eso, pero que carajo, uno es muy chiquito en ese entonces, y a lo mejor empezamos a ser malos por que el balcón ventilaba bien cuando gritábamos, reíamos y fumábamos y tantos años de estar juntos, allá tan alto entre amigos, hace de los carros y las calles y la gente cosas chiquitas y casi de embuste y que carajo, éramos niños y no estaba en nosotros darnos cuenta de que los cuerpitos se van estirando como árboles y que reunidos estábamos dándole paso al incendio.
Santa Juanita, donde vivo, es una de las primeras urbanizaciones que se construyeron en Bayamón, el grueso de las casas perteneciendo aun a los dueños originales o al menos a alguno de sus hijos como en nuestro caso. Atrás de nosotros vivía Doña Nati, una de las mejores amigas de mi abuela. Se pasaban hablando de patio a patio y por muchos años, hasta que al marido le dio la rabieta de tirar una pared en concreto, lo que dividía las casas era un cyclone fence que tenía una puertita para pasar de casa a casa. Como para el noventa y ocho Doña Nati enfermó de las piernas, no se que tenía pero fue bien triste, se le hinchaban mucho y terminaron por tener que operarla lo cual la dejó en silla de ruedas. Igual tan bella nunca dejó de ser súper amable y dulce, casi a diario dábamos la vuelta al bloque para visitarla y ella y mi abuela hablaban como antes lo hacían en la verja, en verdad una de las personas mas buenas que he tenido el gusto de conocer y decir eso es en serio bien difícil. Antes de enfermar una de las hijas que no vive en la isla le había regalado un cocker spaniel marrón que se llamaba Tootsie y nada que el perrito y ella eran locos uno con el otro y hasta que enfermó siempre que la visitábamos estaba jugando y chiliando con Tootsie. Pa no divagar pues su condición fue empeorando hasta que lamentablemente murió como para eso del dosmil uno. Mi abuela estaba destruida pero como no imaginan, para entonces el perrito tenía como seis o siete años y con la muerte de Doña Nati no tenía a donde ir. A nadie de su familia le importaba ya que los hijos estaban repartiéndose el botín en uno de los espectáculos mas ridículos que he presenciado con peleas en vivo frente a la casa que se escuchaban hasta acá. Quisiera decir que esto termina bien pero lamentablemente no. El hijo mayor decidió llevar a Tootsie a la perrera sin avisarle a nadie y para cuando abuela se enteró corrimos al refugio pero ya era muy tarde. Nada, no tengo punchline, ni nada que añadir, fue bien triste y ya, como mucho añado que no sean malos hijos en lo que les sea posible y que no lleven animales a la perrera, puñeta, pa eso suéltalos, dale un fighting chance, no seas tan huelebicho como para intencionalmente gastar tiempo y gasolina en ser insensible y cabrón.
Estando en octavo grado capié la primera teta de mi vida. Fue un día magnífico. Recuerdo era viernes, soleado con un ochenta porciento de probabilidad de triunfo, pajaritos cantando y eso, salimos de la escuela y nos despedimos brevemente ya que nos veríamos esa misma tarde. Habíamos acordado ir tres nenes con tres nenas para el Laberinto del Terror, una atracción temporera a manera de casa embrujada que hacían en el estacionamiento de San Patricio Mall. El concepto era sencillo pero relativamente cool, actores disfrazados de monstruos te perseguían y torturaban a través de este sitio colmado con cuanta imagen grotesca y macabra pudieras pensar, parece que estoy dando un pitch, anyway, era una casa de miedo de la Feria, pero agrandada y con papitas supreme. Este día en particular este caballero que ahora les escribe estaba in the fukin zone, súper filotiau, recortau con la boina acicalá, gel en el pelo y peinau pa atrás, era una mezcla entre Slater de Saved by the Bell, el nene gordito de The Goonies y Jerry Rivera #ladykiller. No era para menos, Jacqueline la nena mas linda de mi grado y sus dos secuaces Daniela y Ángela habían aceptado a ir con Jaime José, Félix y yo para aquel tan juvenil y horroroso evento. Jacqueline además de ser bien linda, tenía algo que ninguna de las otras tenía, mas allá de una personalidad chispeante, cartapacios Liza Frank y otras cosas aburridas, pero por sobre todo, unas tetas enormes y bellas, puñeta fukin gloriosas. Comprendan, teníamos trece a catorce los mayores y están apareciendo de momento, de la nada. Tus hasta ahora planas amiguitas de momento volvieron del verano con esas cosas súper nítidas pegadas al pecho y uno no sabe todavía ni como bregar en cuanto a la política de si se miran o no, y uno en ese entonces no lo sabe, pero ellas lo saben y están lucías. Al contrario de los nenes que nuestro desarrollo sucede abajo y lejos del mundo a ellas les acababa de salir un brote de alegría a un pie de la cara. Disclaimer: eso era en aquel entonces, ahora me disfruto toda la gama de pechos no que tiene la humanidad para ofrecer, desde las poquitas hasta las demasiadas, todas son un regalo a la humanidad. Así que nada, llegamos y ellas ya estaban allí. Si habían aceptado venir era por que a alguna de las tres le gustaba alguno de los tres, hellou obvio, a esa edad no hay el just friends bullshit de la universidad. La pregunta ahora era ¿pero cuál a cuál? Fuimos primero a los videojuegos en Time Out y luego comimos Taco Bell. Nos reímos, jodimos y fuimos ubicando quien con quien debido a las cercanías y la distribución al caminar. No se como paso, pero aquel día, system failure o algo, el alfa era yo y Jacqueline se reía de todo lo que yo decía. Atrás de nosotros caminaba Félix hablando con Daniela que también era bien bonita y ya atrás el precipitado de la solución era evidente, Jaime José y Ángela caminaban dándose espacio, él de brazos cruzados sin hablarle, ella con una obvia cara de molesta. En la fila del laberinto, ya esperando para entrar, no se ni que en que vuelta o como fue que Jacqueline me agarro la mano y yo sentía aquello como el triunfo de los triunfos de los fukin triunfos, a tasa de cambio actual equivalente a una buena mamada. Mis expectativas para el día ya estaban en superávit. Al fin entramos y de la mano pasé a abrazarla frente a mi, por la cintura, caminando incómodamente pero a mi manera triunfando. Ya adentro nos empiezan a asustar cabrones con disfraces, a hacer ruidos, a joder y con todo el crical de sustos nos separamos de los otros. Yo cuento todo esto pero con toda seriedad yo era (soy) sendo mamau y no estaba ready pa lo que venía, bruuup, papalote. La nena ve una esquina y me mira y hace algo que ni me había pasado por la mente, me hala, me pega, me mete la lengua en la boca hasta no se donde, pichea, de que full. Me agarra y hace que ahora la pegue contra la pared. Hay un manoseo fuerte de parte de ella en mi área huevística y de momento me agarra la mano, me la sube y pone debajo de la teta y yo, no
se tu, pero dije “puñeta loco, esto es una invitación” y por primera vez en mi vida juvenil hundí mis pezuñas de bellaco empedernido en aquel pedazo suave y mullidito, pero firme y delicioso de fukin ósom tetaje celestial. Acabados de aquel public petting salimos de lo que faltaba del bendito laberinto del terror. Ya afuera, como si lo hubiésemos ya hablado nos separamos, supongo que por vergüencita, ella con sus amigas riéndose y hablando y nosotros contándonos mierda ya que Félix había triunfado también. Al rato llegó la mamá de Ángela a recogerlas y casi al mismo tiempo llegó la de Félix por nosotros. Na, el lunes no nos hablamos y paso algún tiempo en lo que aquello paso del school awkwardness a eventual perreo y gracias a la magia del ya casi extinto teléfono de línea en el hogar, posteriores, prontos y mejores triunfos incluidos ya entonces la práctica de otros juegos de mesa, pero eso es otra historia, aun mas nítida. Lo que importa es que aquel día es inolvidable para mi y espero que todos y cada uno de los jóvenes que vienen subiendo tengan la misma oportunidad y a su manera puedan vivir cosas similares y que su primera capiada de teta sea épica y memorable y la primera de muchas y que sepan como yo superar el laberinto del terror y pasar a mas y mejores tetas, que de eso se trata esta vida, de tetas, de salir del ensamblaje temporero y juvenil aquel, de sus monstruos mal maquillados y de sus paredes de embuste y usarlo de práctica, que “you’ve only just begun to live” mano y que ricas son las fukin tetas bronie y si hay alguna chica especial en tu vida, mano, fukin abrázala y métele con el motorboat de que al cien, déjale saber lo mucho que la aprecias y a sus tetas.
Pues paso algún tiempo después de el episodio en que este servidor había salido corriendo del notorio asesino conocido como Nébula antes de lo que contaré a continuación (si no sabes quien es él refiérete a la anterior entrada en la primera parte de esta lista bajo el título de Running Scared de Roy Orbison). Las cosas estaban tranquilas en San Juan, era casi día de las madres, por ahí venía mi cumpleaños, me había comprado unos patines in line nuevos y estaba marcando de ruedas cuanta escalera y baranda de las áreas limítrofes. Estamos en el patio cuando escuchamos que pasa la motora chillando como un maldito banshee y acto seguido, con la mayor normalidad pasan otros dos carros y se escucha el sonidito rápido y casi plástico del tiroteo. Un par de ráfagas y un estruendo, el de la motora estrellándose. Contrario a lo que pensamos nadie había muerto. Ninguno de nosotros salió, algunos vecinos se asomaron y luego dijeron “quédense adentro.” Al poco rato vimos pasar frente al portón a Nébula, empujando la motora maltrecha, con el rostro cortado y sangrando. Nadie se atrevió a decir nada, ni tan siquiera a respirar muy fuerte. Los que habían tiroteado a Nébula tendrían sus razones, pero no las sabíamos, solo estaba claro lo de siempre, que este tipo era un tipo peligroso y que de seguro no sería la última vez que pasara algo así. Tal vez, pensándolo bien ahora era mas obvio que pasara pues, lo que pasó, que no volvió a suceder, que después de que paso frente al portón no volvimos a saber de él hasta dos días después cuando en la mañana el rumor de las vecinas se había arremolinado frente a las escaleras y todas compartiéndose el periódico tomaban turnos en mirar la portada y hablar, casi balbuceando, bajito, mas un cacareo como el de gallinas. “Eso iba a pasar” escuché a una., “estaba caliente hacía tiempo” la otra. Me acerqué, no les dije nada, pasé de largo y seguí al colmadito donde ya tendría turno de cacarear yo también. Frente al escalón del colmado estaban los muchachos, Christian, Charlie, Badillo, Eduardo y no se quienes mas. No había ni llegado cuando como si se tratará de el fin de la guerra vi a Christian que venía con un mazo de papel enrollado en la mano y casi gritando “Viste Chimi, que lo mataron, a Nébula, en serio lo mataron, chequéalo.” Decía en serio como si fuera imposible matarlo, como si se tratara de Jason o algún otro monstruo invencible de las películas. Y me entregaba aquel pergamino el cual una vez desplegado presentaba un cadáver maltrecho en medio de una escena policiaca, pasada las primeras páginas estaba la noticia en detalle, la que le merecía aquella primera plana. No estaba nada claro, pero aparentemente tras el incidente que vimos y escuchamos, aquel que lo hizo desfilar escoltando a pie su motora frente a nosotros, Nébula había decidido ir en busca de algún tipo de venganza o no se que y terminó en una emboscada de parte de varios otros sicarios. No se me olvida el número jamás, “145 impactos de bala” lo habían acorralado y fusilado, se habían recuperado mas de cuatrocientos casquillos de la escena, una matanza de esas con las que llegan a su climax las películas, una verdadera ejecución de ganga. No mucho supimos de la vida de él, de los días de aquel tipo que desembocaban en primera plana, letras rojas y negras impresas exhibiendo su cadáver. Como en todos estos casos, mito, exageración de seguro, incluso lo que decía el diario era difícil de imaginar. Lo último que supimos fue que en una de esas matanzas de inocentes que había hecho, una de tantas, había alcanzado y matado a dos señoras mayores y un nene, una de ellas y el nene aparentemente la mamá y el hijo de un tipo importante de Miramar. Al final Nébula no acabó muerto por voluntad de algún bichote molesto, ni de alguien metido con él en una guerra de gangas. Había acabado con él, un tipo de dinero que aparentemente pago por todo aquello, que había dolido lo suficiente para ordenar y pagar su muerte. Y asi acabo Nébula, el cuco de nuestra infancia hizo su salida triunfal entre titulares, en un mazo de papel arrugado, en el bochincheo mañanero de un barrio aliviado por su muerte, en el rumor de las cosas que fue y de la motora hecha pedazos que por demasiado tiempo después enmoheció poco a poco, al ritmo de nuestro ir y venir por la que fue su calle, a merced de el salitre que fácil se acumula y envejece a los metales de San Juan.
No se si has conocido a alguien que se haya suicidado, no pretendo decirlo y con ello romantizarlo, tampoco condenarlo. Pienso que el suicidio es una cosa muy compleja, que por su misma naturaleza y lógica individual no pretendo comprender. Lo que si asumo es que la decisión no se da a la ligera y que las consecuencias para los que sobreviven al fallecido son usualmente nefastas. Una vecina cuyo nombre no viene al caso vivió esto, dos veces. Mi abuela y ella eran grandes amigas, iban juntas a la iglesia, en las tardes a veces comían juntas y hasta veían las novelas. Recuerdo que su casa siempre fue muy limpia, al frente había un ciprés muy alto y nítido, bien podado. Cada reja del portón de la casa siempre brillaba de pintura negra de aceite, inmaculado. Su esposo trabajaba en el gobierno, era un hombre sumamente callado, no recuerdo si alguna vez hablé con él. A parte de él tenían una hija, una de esas nenas bellas del mundo, delgada pero no demasiado, piernas largas y con una piel bien blanca y de aspecto suave. Tenía el pelo muy largo, castaño y ondulante, labios naturalmente rojizos, ojos grandes y oscuros que la hacían lucir como de otra época, como esos retratos muy viejos que a veces uno escarba del rincón donde los guardan en la casa, hermosa mano, incluso recordarla ahora me provoca escalofríos. En medio de la semana santa paso lo primero, a la salida de ambas de la casa en la mañana el marido se había disparado en el cuarto. Ese día cuenta la vecina que había decidido no ir a trabajar, que dijo sentirse mal pero que no se veía de un animo ni cercano o paralelo a lo que paso, que desayuno con ellas y que ella jamás imagino algo asi. Se que lo decía honestamente pues ella lo amaba o al menos siempre me pareció que era algo muy genuino, muy típico bonito lo que allí pasaba. En navidad hacían fiestas, celebraban los cumpleaños, tenían muchos amigos, familia, en fin. El señor y mi abuelo se hablaban, en ocasiones reían compartiendo a la sombra del almendro frente a nuestra casa. Mi abuelo le prestaba libros y revistas y el siempre parecía una persona en completo control de su vida, feliz y encaminado a envejecer como tantos otros en el barrio lo hicieron. Nada, lo velaron en su pueblo natal y hasta allá fuimos a los actos. Fue una ceremonia concurrida pero silenciosa, recuerdo que de vuelta a casa venían la señora y su hija con nosotros, la señora al frente con mi madre guiando, atrás mi abuela en la ventana, yo al medio y la hija en la otra ventana. La guagua de mi mama, una Mazda GLC, tenía un espejo retrovisor de una barra completa, en realidad varios espejos escalonados a manera panorámica. La mitad del camino me la pasé mirando a esta muchacha, que en todo el viaje no saco su rostro de la ventana y que parecía una estatua no fuera por el cabello que ondulaba. Siguió el año. En las tardes a veces nos acompañaban ellas por el tramo que rodeaba el hospital, mi abuela acostumbraba a caminar por las tardes y tanto la mamá como la hija habían aceptado la invitación. Ellas las tres hablaban, la nena era mucho mayor que yo, tendría unos ocho en aquel entonces cuando ella ya estaba a punto de entrar a la universidad. Yo siempre iba adelante, corriendo en vez de caminar como ellas, recogiendo florcitas y hojas y palitos y dando saltos y trepándome en cosas a ver si ella me miraba lo cual hacía y hasta se reía conmigo, una vez, de las pocas que puedo recordar me dijo “¿por qué eres tan mono?” y me pellizco el brazo limpiándome la cara, lo dijo muy dulce y aunque no me recuerdo de seguro me sonrojé. Habré fantaseado de niño que era mi novia, muchas veces. Ese año la vi un par de veces hablando afuera de su casa con gente de su edad, en ocasiones iba y venía en sus carros. Cuando la veía buscaba una excusa para pasar frente a su casa, ir de camino al colmadito, a la farmacia, en fin, algo que me diera trayectoria frente a ella. Llegó el verano y con el fin de la escuela superior la muchacha se fue a estudiar a la isla. Decidió la señora vender la casa, mudarse de allí, lo cual es comprensible pensando no solo que ahora estaba sola allí, sino además los recuerdos que habían allí. Por años después supe poco de ellas, mi abuela la visitaba a menudo al campo y traía consigo bolsos llenos de viandas, guineos, pan de maíz y pique que la señora misma hacía. Me encantaba cuando venía con esas bolsas y me encargaba de vaciarlas y lavar las viandas y guardarlas en al nevera organizaditas. La muchacha se había ido a Mayagüez a estudiar ingeniería y no fue hasta su muerte que supimos de ella. Escuché a mi abuela, mi tío y mi mamá hablar de que se había envenenado con medicamentos, que la encontró su novia en el apartamento que compartían. Al momento no me afecto mucho, de hecho creo que no le presté la atención que debía, tal vez por no tener claro lo sucedido, por falta de imaginarlo. No fue hasta pasados los años, ya estando en la high que me pasaba mirando álbumes en el cuarto de mi abuela y en uno de tantos habían fotos de la vecina y su familia. En una de ellas, que es de las que mas me choca, están el marido y ella abrazados en una fiesta de esas navideñas, él con un gorrito de Santa Claus y ella riéndose a carcajadas. En otra foto, una de algún cumpleaños del barrio esta la nena y sobre la foto la marca de una nube de esas que añadían dialogo y chistes a los álbumes en los ochenta. Esa nena y la mancha de pega, como una sombra de la calcomanía que alguien arranco y al fondo sentada en una silla ella, el pelo suelto casi tocando la base de la silla, tomando de un vaso, posiblemente refresco, sola, alejada del bullicio. Recién el mes pasado releí Tokyo Blues y la lectura, muy paralela en cuanto a lo del suicidio me recordó esto y admito que ahora se me eriza la piel al recordarlo y la lectura despertó en mi toda una serie de recuerdos, una conciencia sobre la muerte que creo había desplazado por dolor, indiferencia o no se que y ahora como sacado del fondo del recuerdo me es denso recordar aquella época, no solo por esto que ahora les cuento, pero por muchas cosas y entre todo, ellos, el señor con que mi abuelo se reía, el pan de maíz que la señora hacía y que mi abuela traía y me servía con leche para merendar y la nena aquella con sus ojos grandes y hermosos y de momento estoy escribiendo esto y son las siete de la mañana de un lunes y me percato de que ya ninguno existe, ni ellos, ni mis abuelos y de escribirlo nada mas siento que digo sus nombres en voz alta, que hacerlo es como decirme a mi mismo que no están, que las fotos son el acomode de luz que reflejaban sus cuerpos, un diagrama de cómo golpeaba a sus formas cuando el click de alguna cámara atrapó y encerró la imagen de menos de un segundo de lo que fueron y de todo aquello solo quedo yo y no se, pero me provoca un peso enorme ser lo único que aun vive de aquellos días.
Son una plaga, la gente mierda en esta vida, que desperdicio de espacio y recursos son algunos. La administradora del edificio donde vivía, que mal ser humano, la única persona en mi vida cuya muerte no ha sido suficiente para incitar en mi ese ritual usual del perdón. Fue una persona mala y digo, que morir en esos casos no resulta suficiente, no ajusta la balanza a toda la mierda que hicieron en vida. Se robó casi sesenta mil del edificio y culpó a mi mamá que no tenía un peso. La muy cabrna también atropelló el perro de Frankie nuestro vecino y la vimos cuando lo recogió y lo echó a la basura justo antes de que pasara el camión de basura municipal y luego cuando se lo dijimos a Frankie y él le fue a reclamar ella nos culpo a nosotros, de que nos había dique visto jugando con el perro y sembró una duda en él que nos robó de su amistad a mi y a los muchachos. No basta con esto. Denunció a servicios sociales en mas de seis ocasiones a Pepe el hijo de Teresa que cuidaba a su sobrino y que era un santo con todos nosotros y creó cizaña en el barrio de que era un abusador sexual, un tipo que era imagen de decencia y le quitaron sus sobrino durante la investigación y el que acababa de perder a su mamá termino metido en el alcohol, batallando con una depresión terrible. No solo eso, no, no acaba, tiempo después de esto tramitó la adopción del muchacho y lo metió a la religión con la que junto a su marido el pastor había logrado obtener suficiente dinero para dos apartamentos, dos fincas y ya tres iglesias donde predicaban sus hijos y familiares, en humildá tu sabes, y hizo que aquel muchacho le diera la espalda a su mamá que había sido adicta y que se recuperó y que me consta que vivió sus últimos dos años de vida libre de drogas y padeciendo aquellas últimas etapas del SIDA triste y desesperada ante un hijo de apenas ocho años al que le habían creado una imagen súper detestable de su madre y de su familia y que se volvió un peón religioso ciego y reprochante que jamás volvió a confiar ni tener contacto con su familia. Y si sigo no termino, en serio, da para varias listas de estas hablando al detalle de momentos en que fue violenta y mala y cruel y mentirosa y en general un asco de ser humano, una persona mezquina, que si para alguien existe esa palabra fue para ella y repito no hay justicia sobre esta tierra para una persona así, murió en un accidente de carro y digo que no fue suficiente, que no es justo y ojala reencarne cien mil veces en gusanos y moscas y malditas plagas, por que eso fue, una plaga y un asco en vida. Y de buena digo, fanatismo no es solo adscribirse a un ideal sino a una imagen inalterable de uno mismo y la cabrona aquella era una egocéntrica infeliz. No se cuan buen ser humano sea en no perdonarla, en guardarle tanto rencor, pero es que fue mala, terrible y olvidar parece una infidelidad a la historia y a la vida de tanta gente que jodió, y en serio hay gente que debe morir, por malos, por que en verdad son una amenaza a todo lo bueno de esta vida.
0 comments:
Post a Comment