Monday, October 31, 2011

Canciones para Entregarse a la Maldá: "Killing me softly" (tercera parte )



Última parte. Seis canciones ultimadas. El anónimo usb poseído se atreve a decir:


Tengo pesadillas terribles, pero también tengo las mas pendejas del mundo. Una vez soñé que vivía en la casa de Full House y que tío Jessy era como un warlock. En otra era como que estaba en Jurassic Park y estaba tratando de huir y los velociraptors tenían alas y siempre sabían donde estaba. No se si se acuerdan de cuando en el canal once daban “Tales from the Crypt” lo daban tarde y no todos los días, a veces después de Married with Children. Daban también dos películas que llamaban “cine para desvelados" que usualmente eran de horror, cosas súper raras. Había una Tales from the Darkside que un cabrón gato se le metía por dentro a un tipo y lo mataba y que un tipo estaba casado con una gárgola sin saberlo, otra trataba de una lengua asesina que se le pegaba a la gente y los enviciaba a un líquido, como una baba neurotóxica o que se yo. Había otra de una mina llena de ratas gigantes mutantes. Mi pregunta es ¿quién carajo estaba encargado de Teleonce por la noche? De seguro era un geek bien cabrón, gordo y con camisas de anime, que llenaba las consolas de grasa pasándole los dedos llenos del aceite y sal de las papitas y que marcaba el escritorio con soda y que tenía un chiquero por la noche y que se curaba de madrugada cagando a nenes como yo mientras jugaba Game Boy y de seguro nos vimos mil veces sin saberlo en la parte de películas de horror y monstruos de Suncoast. Si escribo esto es por que creo en las casualidades y si alguien sabe quien era digamos del noventa y dos al dos mil denle las gracias por ser tan ósom, su impecable gusto en horror b-movies marco mi vida y lleno mis sueños de disfuncional angustia.


De mis seis años hasta tal vez los diez mi mamá había tomado un segundo trabajo dando cursos nocturnos para un programa de biomédica en un colegió técnico en Hato Rey. Necesitábamos el dinero malamente y en aquel entonces no habían leyes aun de maltrato de menores por dejar a un niño desatendido. No es una queja, si algo aplaudo los cojones de mi vieja que tuvo que hacer malabares para en ocasiones trabajar hasta tres trabajos para mantenernos a flote. La cosa es que a veces me llevaba con ella, pero tres días a la semana, lunes, miércoles y viernes usualmente no podía pues la directora del lugar daba una clase y estaba hasta tarde. No tenía mas remedio que dejarme comiendo y enviarme temprano a la cama, cosa que muy rara vez hice. Me daba un terrible miedo estar solo, creía que al otro lado de la puerta había algo, que si salía de mi cuarto algo pasaría. Cuando insomne me cansaba de esperar buscaba las llaves y tratando de no mirar atrás y ver para mi espanto las legiones de monstruos que asechaban en la oscuridad salía de casa y subía la escalera hasta el tercer piso. Me quedaba en la escalera porque en el apartamento mas cercano a ella había una pareja rara que no dormía y me pegaba al sonido de su televisor y de ellos y a las luces de su sala y sentía un raro confort en estar cerca, en saber que no estaba solo y que había alguien mas despierto y siempre que escuchaba el portón del edificio abrir miraba esperando que fuera mami Tal vez la tercera vez que hice eso me encontró llegando del trabajo Don Carlos, el papá de mi amigo Charlie quien trabajaba hasta tarde en las navieras. “Chimi, what are you doing up?” Le expliqué y él me dijo “come, you can stay with us en lo que tu mommy llega ok?” Ya en el apartamento me dijo "ponte cómodo" y yo me quite los tenis y me quede en medias. Me trajo un bowl de cereal y un vaso de jugo de fruit punch. “You want to see some t.v.?”dije que si, súper contento de que estaba seguro con ellos allí. Esa noche fue una de tantas otras se convirtió en costumbre ya al punto que iba directo y tocaba a la puerta y Don Carlos me recibía como a otro pana “Hey Chimi” y casi automáticamente yo me sentaba en el piso frente a la tele, descalzo, a la espera de mi snack y bebida, habían días que hasta comida completa me daban y yo, no entendiendo lo que es ser un sobrau, era muy feliz de sentirme que pertenecía a aquella casa con papá y mamá y algunas noches hasta Charlie mi amigo se quedaba con nosotros viendo películas o repeticiones de juegos de la NBA. No recuerdo cual pero un Halloween estaban dando una programación de películas de terror ya en late night. Esa noche la película era Friday the 13th, lo recuerdo como si fuera hoy, le tenía un miedo terrible al tipo de la máscara que mataba a todos. Don Carlos se dio cuenta y decidió discutirlo conmigo no recuerdo exactamente pero mas o menos dijo “It’s not real Chimi, monsters aren’t real” y siguió a explicarme sobre la gente y que en el mundo había mucha gente que hacía cosas malas y los monstruos se basaban en nosotros mismos. Don Carlos fue la primera persona que trajo ese tipo de discusión a mi vida y aquello caló hondo en mi, tanto así que de pronto comencé a no tenerle miedo a la oscuridad, convencido de que no había nada a que temer y con el tiempo dejé de subir a su casa y me quedaba viendo tele en casa y nunca se lo dije, pero fue de las primeras personas en moldear mi mente joven, en enfrentarme a asuntos como la maldad y la monstruosidad y en hablarme con seriedad y sin tapujos de las cosas del mundo, del gobierno, la guerra, los deportes, filosofía de vida y hasta como bregar con las mujeres. Fue una de las primeras personas que me mostró la importancia de pensar y tener una opinión,  que me hablo sobre el respeto y la amistad y eso se quedo en mi imborrable, como una máxima de lo que es vivir, como esta gran revelación sobre la condición de ser. Jamás lo olvido y cuando murió no quise causarle mas pesadumbre a mi amigo Charlie ni a su hermana contándoles, pero habrán momentos para ello luego. La verdad es que lo lloré mucho, incluso hay días que algo me lo recuerda, física o mentalmente en alguien y me agobia y me causa una infinita tristeza saber que aquel hombre ya no esta y por mas cheesy que suene espero que en algo lo que él fue, su persona sus ideas vivan siempre en mi, por que hay mucha grandeza callada en el mundo, que no alborota, ni que se acumula en tomos de enciclopedia y en diplomas y trofeos. Hay grandes hombres como lo fue Don Carlos, un tipo relax, buen padre que supo darle la mano a un chamaquito que sin su intervención pudo haber sido cualquier cosa, pero allí estuvo para ofrecerme además de refugio y comida las palabras correctas.


Hay gente que nace con una curiosidad enfermiza por lo nasty, que no se peinan, se comen las uñas, los mocos, que gustan de mirar animales muertos y pincharlos con varitas, que no le temen a la sangre ni a los gusanos, ni a los ojos torcidos. Muy pocos, que lo hagan sin ser charros satánicos y metal, pero en verdad los hay o por lo menos yo conocí a la excepción a la regla. Por casa vivía Adriano, un nene mitad haitiano, mitad filipino que parecía comisionado para una película de Wes Anderson, aunque en aquel entonces yo no tenía idea de quien era Wes Anderson, asi que simplemente pensaba que era raro, que lo era, era negro, con ojos achinados y azules, si, jurau, no verdes, ni nada por el estilo, azules casi neon, solo he visto dos negros con ojos azules asi en mi vida, Adriano y uno que salía haciendo de médico brujo en una película y que de seguro era pariente de este cabrón. No es que yo apoye lo de ‘normalito’ pero este tipo estaba random, nos invitaba a la casa a jugar Sega Genesis y a mitad de juego se quitaba toda la ropa en la sala, con la mamá y el padrastro allí y nadie decía nada, vamos que se que no es hyper weird, pero carajo, level with me, soy un chamaquito y no estoy acostumbrado a actos de nudismo y menos que no sean reprochados, menos cuando estoy con mis vecinitos, fukin jugando Sonic Pinball. La mamá de Adriano hacía jugo de ‘frutas’ moliendo zanahoria y mango y no se que mas, y lo ponia como en una servilleta enorme sobre una palangana y al rato el liquido de abajo, usualmente de un color desagradable y compuesto de frutos con sabores que no combinaban, nos era servido tibio para acompañar con galletas de arroz o algún alimento sin sabor ni valor nutricional. Las cosas se pusieron raras cuando Adriano comenzó a tomar clases de teatro y pantomima y no se que otra mierda corporal interpretativa. Ahí si que lo perdimos, era incomodísimo. Recuerdo que mas o menos para la Regata Colón le dio con salir en speedo por San Juan, speedo, t-shirt y chanclas. No estoy jodiendo, se nos acercaban turistas pa tirarse fotos con él, un nene de cómo diez años atraía mas turistas que el fukin Morro. Con cada día se ponía mas y mas extravagante hasta que se tostó. Full, de que un día hablaba todavía y al otro dejo de poder interactuar con el mundo. Comenzó, entre otras cosas, a hacer caca en la sala de su casa, cosa que por alguna razón a su madre no le parecía extraño ni preocupante, aunque si lo regaño cuando empezó a tirar la caca para afuera de la casa o a enterrarla junto a sus juguetes en el patio. Como todas las otras historias esta acabó temprano. En aquellos tiempos, la mamá se mudó primero para la Calle San Francisco, luego a la Calle Tanca y finalmente se fueron para Chicago a casa de una hermana de ella. Por mucho tiempo entonces le perdimos el rastro. He vuelto a verlo como cinco veces, de visita en San Juan, cada vez con dreads mas largos, con mas cosas amarras a la cabeza, que si bolitas, piedras, caracoles, tornillos, tuercas, plumas, en fin y siempre que lo he visto solo o con amigos esta indescifrable, no habla y cuando habla es como si tuviera una idea completa pero solo pudiera decir partes de ella, entrecortado y a lo que quiero llegar es que el teatro y la danza vuelven loca a la gente, hasta antes de meterse en lo de pantomima y demás estaba en este reino, pero después ya se fue y nunca volvió, de seguro un día de estos lo veo either empujando un carrito con una cruz por la calle con carteles escritos y colgados por su cuerpo o lo veo en la portada de Rolling Stone como líder de una banda folk, por que es que antes no lo sabía pero ahora si, tiene perfil de performero, de teatrero de la yupi, en momentos de mayor lucidez un Devendra, un Sufjan, uno de esos tipos raros que tocan anti-folk y no se bañan y que tienen una historia personal toa descoñetá y que se tira súper jevas aunque no puede decir dos oraciones completas sin chunkiar. Nada ya veremos, esa criatura no ha muerto, esta esperando su secuela, el momento oportuno para darle un reboot a la serie, todavía esta por ahí, como todo lo terrible, lurking.  


Eran las cuatro y media de la tarde la última vez que vimos a tío Boni con vida, digo vimos y me refiero a mi, a mi abuela y su hermana. Lo recuerdo por que a esa hora empezaba mi programa y a esa hora sonó la alarma de mi reloj y me paré sin mas y me fui al televisor. No hubo despedidas, tampoco hubo urgencia con el asunto, no hubo el corre y corre de ambulancias ni lloriqueos ni lágrimas por que no se fue en medio de un espectáculo apocalíptico de esos que a veces se asocian con morir. Éramos toda la familia que le quedaba en la isla, sus hijos estaban esparcidos en tres estados, México y algún pueblo de Alemania. Esa última tarde suya transcurrió tranquila. Almuerzo al medio día, pareamos medias de un canasto y las hicimos bolitas nítidas envueltas en su propio elástico. Silbamos canciones que ya no me acuerdo pero que en aquel entonces me sabía, aunque suene tonto lo hacíamos mucho, tío Boni fue quien me enseño a pitar y le metíamos como pajaritos de película de Disney por horas. Aquella tarde se fue a acostar en la hamaca y allí lo encontramos, pasó mas de una hora antes de que mi abuela se percatara de que estaba sin vida. Ella no gritó, no perdió la calma, era una persona muy fuerte y mas que fuerte no dejaba que las emociones la dominaran. “Chimito, Tio Boni esta muerto, hay que llamar a tu mamá y una ambulancia.” No hubo ruido hasta que llegaron las sirenas, no hubo que cerrarle los ojos, no había en su rostro rastro de angustia ni dolor, se había muerto en su sueño posiblemente. Se veía tranquilo, vivo todavía, tibio al tacto. Mi abuela lo tomó la mano y lo único que recuerdo que dijo fue “Ay Bonifacio mi hermano querido” mas nada, en lo absoluto. Estuvo aguantando su mano hasta que llegó la ambulancia, ni el portón se había molestado en abrir, saco las llaves del bolsillo profundo y de boca ancha de la bata y quitó el candado. Dos hombres gordos entraron y un tercero quedo afuera sosteniendo la camilla. Nos pidieron espacio, echaron a un lado un tiesto y trajeron la camilla. Abuela me pidió le buscara la wallet y el jacket y se fue con ellos en la ambulancia. Su hermana se quedó cuidándome llorando y secándose la cara con un papel toalla. A la hora volvió abuela,  no dijo nada y no fue hasta semanas después que la vi llorar y cuando lloraba era muy poco, como prohibiéndoselo, muy contenida. Y con esa misma calma la vi atender las muertes de dos otros hermanos, una vecina y hasta remover perros atropellados con pala de la avenida. Muy sobria, muy concentrada. Lo cual me hizo entrar en pánico cuando murió mi abuelo, por que nunca había visto a mi abuela perder la chaveta, hablar mucho, sollozar desconsolada y yo la abrazaba y ella me contaba todo de su vida con abuelo y de las sinvergüencerías que le hizo aquel bribón y los ojos estaban que se le salían. Y recuerdo que todo el velorio se quedó a su lado, todo el tiempo. Durmió allí, comió allí, hubo que convencerla de ir a casa a bañarse y cambiarse de ropa y como quiera al rato volvió y mi abuelo tal vez por lo prolongada y escalonada que fue su muerte, o el proceso aquel de casi una década en que fue desapareciendo no tuvo una conciencia firme de lo mucho que esta mujer lo adoraba, pero igual ella lo hizo y verla tan jodía me aterrorizaba, que uno pueda querer tanto a alguien y perderle y sabía que para ella no había mas nada, que nada hasta aquel entonces ni ahora era ni en algo equivalente a la magnitud de aquello y como uno enfrenta algo así, tan fukin grande, debe ser como una avalancha, aunque nunca he visto una mas que en la tele, pero supongo y hablamos tanto de él tras su muerte, hasta que llegó la de ella y mientras mas me contaba menos entendía por que lo quería tanto y no me imagino lo que fue para ella, ni idea, no se como se siente eso de saber que ya no hay nada mas y de estar solo y último en las cosas y asumir entonces esa procesión pesada de salida.


En el ochenta y nueve tenía seis años y estaba en una de muchas visitas a New York. Era enero y mi abuelo estaba a un mes o dos del primer derrame cerebral que tuvo, uno de demasiados que tuvo. Estábamos en Albany, fuera de la ciudad en una casa muy bonita que tenían la hermana de mi abuela Suki y su esposo Jack. La casa estaba apartada de la carretera principal y luego del portón que le daba entrada había un camino largo de piedras que tras unos minutos de hileras de árboles abría y se veía la casa. Estaba en pleno monte. Solo desde el tercer piso de la estructura se podía apreciar las dos casas que colindaban mas abajo y otras que no se veían pero que se ubicaban por las líneas delgadas de humo que salían de sus chimeneas. Abuelo, abuela y yo compartíamos el cuarto de arriba. Tengo un historial de por vida de insomnio y problemas con el sueño asi que estando allá me pasaba la noche en el balcón, jugando con una maquinita parecida a un Game Boy pero que tenía un solo juego de football en un aparatito con pantalla lcd. Desde el balcón en la noche veía la luz de las casas y eso irónicamente las hacía mas obvias que durante el día. Hacía a su vez a la carretera mas obvia ya que la luz de los carros se veía cuando serpenteaba entre los árboles. Pude haberlo visto pero no estaba en el momento que pasó, había bajado a buscar algo de tomar y me había quedado en la sala cuando lo escuché, un sonido fuerte y lejano, el chillido de neumáticos acompañado de un crujir metálico que se repitió muy rápido varias veces. Mi tío y mi abuelo fueron a ver que pasaba y traté de irme con ellos pero no me dejaron., quería ver lo que había pasado, no se por que pero me era urgente correr hacia el desastre, pero igual no pasó. Entonces recordé el balcón del tercer piso y corrí a ver si se alcanzaba a ver algo, efectivamente, poco pero en dirección al camino de entrada se veían las luces de varios autos detenidos y al poco rato vi como se acercaban las luces de una ambulancia por la misma senda aquella. Pasaron unos minutos después de que llego la ambulancia y estaban de vuelta. Corrí de vuelta abajo a ver que habían visto, pero no hablaban mucho y no había pasado gran cosa decían, nadie estaba herido, no con gravedad. Un muchacho, según ellos notablemente ebrio, había invadido el carril contrario muy cerca de la entrada de la casa y chocado con los árboles que limitan la carretera. Otro carro había estado involucrado pero igual estaba ileso. Subí de nuevo al cuarto y esta vez me quede en el balcón, con una frisa gorda y un bolso de papitas, como si estuviera viendo una película, mirando el pasar de los carros esperando, seguro de que ya vendría otro a accidentarse y esta vez lo vería, resulta un poco cruel, pero igual supongo que a esa edad la curiosidad y el morbo no son cosas muy distintas, o tal vez no lo son nunca, aunque al crecer no nos sea tan fácil aceptarlo.


Una de las líneas mas esclarecedoras de mi vida la escuché en esta canción “me da miedo la enormidad donde nadie oye mi voz.” Por algunos años, los últimos de la high y los primeros de la universidad fui muy amigo de esta nena llamada Marie. Me pasaba metido en su casa que era a solo unas cuadras de la mía. Veíamos películas todo el tiempo, tenía una sala que era como una pequeña caverna y en ella un sofá muy cómodo. Invitaba a otras amigas y a veces otros muchachos, en particular a Raymond que ya para aquel entonces era su unofficial boyfriend. En la casa la nevera siempre estaba llena de goodies y delicioserías, la mamá hacía hummus y lo dejaba en la nevera, también un dip de queso y ajo que te mataba el aliento pero que sabía a gloria. En ocasiones abusábamos tanto que ya al final decidimos por consenso que era mejor llegar con el queso crema y el ajo para que ella nos lo preparara, a lo menos para no comernos el de ella, aunque la verdad no parecía molestarle. Eran buenos tiempos, la casa era el centro no declarado de reuniones, de jangueos y en muchas ocasiones punto de encuentro para salidas. Frente a la casa habían varios establecimientos, un Burger King, Subway, Little Caesar’s y Blockbuster. Montones de veces cruzábamos, comprábamos cada cual algo de comer donde y nos volvíamos a encontrar en el video donde decidíamos que ver. Una noche decidimos alquilar Amores Perros, que es donde escuché esta fukin ósom canción. Vimos primero dos películas que no recuerdo, Amores Perros fué la última que vimos, ya súper cansados. La canción salió en medio de esta escena en que están golpeando al hermano del protagonista y el protagonista esta con la mujer de su hermano haciéndolo encima de una lavadora. En la cansada sala todo el mundo de momento despertó, atentos desde entonces a cada detalle de a película. Al ratito dos de las amigas de Marie comenzaron a besarse sentadas en una butaca al otro lado de la sala, traté de no mirar aunque quería. Me paré para ir a al cocina a buscar refresco y en la cocina estaban Raymond y Marie también en las mismas, traté de no ser muy obvio asi que agarré el primer vaso que vi sin importarme si estaba sucio o no, abrí la nevera y me serví primero un poco de soda que me bebí al momento y luego llené el vaso completo. Volví rápido a la sala solo para encontrar que mi asiento estaba ocupado por otras dos muchachas flacas amigas de Marie y un muchacho que hasta entonces pensaba era gay, los tres toqueteándose y no se que mas. Un poco avergonzado y sintiéndome fuera de grupo por no entender la bellaquera rara que tenían decidí salir al frente a fumar un rato, seguro de que dándoles algún tiempo habrían de resolver sus diferentes ‘situaciones.’ Abrí la puerta despacio para no molestar y me senté de piernas cruzadas en la salida del garaje. Saqué la cajetilla y al alzar el primer cigarrillo sin que tocara mi boca sentí que algo estaba fuera de sitio, era algo en la luz o como en el aire, se sentía pesado el aire, caliente y sucio, casi podía sentirlo llenándose de humo. Entonces miré hacia al frente y efectivamente, no lo podía creer, todos los establecimientos de comida en llamas, fuego y carros volcados por todas partes, zafacones tumbados, escombros por todas partes. En Subway un Jeep verde cruzaba el escaparate y se podían alcanzar a ver personas gritando y peleando en el interior. Entonces escuché disparos, ráfaga tras ráfaga de ellos. Autos pasaban disparando y entonces vi unos muchachos, nada, unos chamaquitos mirando desde el otro lado de la avenida. De lejos no podía percatarme pero mientras avanzaban podía ver que estaban aparentemente lastimados, cubiertos en sangre, desmembrados incluso. A algunos les faltaban brazos, orejas, en fin, me paré medio rochau y solté el cigarrillo. “¿Corillo están bien?” les grité y los cabrones nenes aquellos, como salidos de un trance, comenzaron a correr hacía mi. Eran niños que mas da, pero lo increíble de todo esto me asustó a tal nivel que corrí a la puerta y volví adentro. Justo a tiempo también, traté de tranquilizarme mientras escuchaba golpecitos en la puerta y rasguños, watdefoc mano, la próxima ni pregunto, jodios mamabichos. Entré a la sala para encontrar que igual que afuera había sangre por todas partes, el sofá tan cómodo de siempre cubierto de tiras de ropa y pedazos de carne y huesos que parecían ser del muchacho ambiguo aquel que resulto no ser gay pero que parecía estar hecho cantos por toda la sala. “Marie, Raymond ¿pendejos dónde están?” bah, piche debían estar escondidos bellaqueando en el cuarto o algo, caminé en dirección a la cocina“¿Mariecona?” dije de nuevo, pero nadie contestó, eso si me pareció bien raro por que ella amaba ese mierda de chiste.  Me asomé a la cocina y antes de entrar ya podía ver el rastro de sangre como si hubiesen sacado a alguien herido de allí. Me quede inmóvil unos segundos hasta que vi que no había nadie en la cocina, agarré un vaso y abrí la nevera. Iba a agarrar la soda cuando vi la fukin cabeza de Raymond ultrajada y terrible mirándome de adentro con la boca abierta como hacía cuando se quedaba embelesau mirando algo. “Fooo puñeta” dije bajito y asustau. Tratando de no tocarlo con las manos lo eché a un lado usando la manga del jacket como guante y saqué el refresco. Se veía bien fukin muerto asi que no me pareció necesario preguntarle si estaba bien. Cerré la puerta y no dije nada. Miré a la sala y surprise surprise, estaban todas allí: Marie, sus amigas flacas, los nenes que había dejado fuera y otro montón de tipas que no sabía quienes eran. “Te estábamos esperando gordo” dijeron con una voz sexy que mas bien sonaba a borrachas y daba risa.  “Ujum” les dije y me dí un buche de refresco “¿Y pa qué?” contesté y me di otro buche mas lento diciéndome a mi mismo que con toda seguridad este sería el último. Ellas todas hacían gestos extraños como si tuvieran problemas en las articulaciones y se relamían y yo pensaba, estas cabronas son vampiras lo mas seguro y ellas seguían contorsionándose súper ridículas y haciendo ruiditos guturales que la verdad no entendía, o sea, que carajo, se habían convertido en criaturas desalmadas y tenían que pa colmo hacer un fukin performance de esto, shit. “Ok cabronas, yo estoy cansau y estoy muy gordo pa ni tratar de correr, se que me van a matar, sou wareber, al menos déjenme tomarme el poquito de soda que queda en la nevera. No pareció molestarles, aunque tampoco dijeron que lo hiciera, pero pues, me volteé poco a poco y fui a la nevera. Tiro de la puerta y veo la cabeza del pobre Raymond y digo “shit, ese soy yo ya mismito, que badtrip” y como si me escuchara la cabeza se inclinó y rodó hacia al frente cayendo entre mis pies. Miré a dentro de la nevera para alcanzar la soda y ahí estaba, yo como que “Nahhhhh” un pote entero nuevecito que nadie había tocado, el fukin súper nasty delicioso dip de queso crema y ajo de la mamá de Marie, bingo. Me serví el poco de refresco que quedaba y me quité toda la ropa, menos los calzoncillos, mas que nada por pachó. Me embarré a toda prisa del dip aquel cubriéndome todo, sobacos, el pelo, cuello, hasta detrás de las orejas, me empañete de arriba abajo y no deje casi nada sin cubrir, hasta en la rendija del culo me metí el fukin dip. Cubierto de pies a cabeza caminé de vuelta a la sala, “bueno fukin cabronas, si van a matarme van a tener que cagarse en su madre, por que estoy adobao en ajo, fukin pendejas” y ellas en frustración se contorsionaban mas fuerte, como en el fukin video de Bad Romance de Lady Gaga, encabronas y frustras y vomitando sangre y what not y yo bebiendo refresco y entonces me saqué el huevo por el roto del calzoncillo y les grité “ah y by the way no le puse al bicho, asi que si quieren matarme aun, pueden mamarme el bicho” las cabronas empezaron a dar golpes en las paredes mas encabronas, estaba seguro de que rechazarían la oferta, a ninguna mujer le gusta mamar bicho ni aunque de eso dependa su vida. Estaban tan pero tan agitas que la casa empezó a colapsar y sin pensarlo corrí a la puerta y me tiré para afuera justo a tiempo. Caminé a casa relax ya que no había vampiro que quisiera morder al fukin cerdo al ajillo ambulante que era. Llegue a casa, abuela estaba barriendo las hojas, me dio un besito y me dijo “ahí hay algo de comer si no has comido papito” tan chula siempre la abuelita. Nada, entre me bañe y no volví a saber nada de ellas y que para bien sea. Nunca me enteré de que paso aquella noche y al otro día Subway tenía un cartón en la ventana y aparte de un brazo enyesado de uno de los empleados todo parecía estar bien. El mundo había seguido su camino como si nada. Por los años que Blockbuster estuvo allí pasé siempre por foreign movies y me recordé de Marie y sus amigas chupa sangre, un tanto badtripiau por como acabó todo, pero igual con algo de cariño por los buenos recuerdos. Aunque les confieso que siempre que entraba el video verificaba con un poquito de susto, me acercaba al pasillo, pero nunca estaba y me dejaba dormir tranquilo saber que nunca entregaron Amores Perros.

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